“La medicina no está al alcance de los sentidos, sino del entendimiento” - Samuel Hahnemann.

Si consideramos todo el cuerpo Doctrinario de la Homeopatía, cuyos principios deben aplicarse en todo paciente, claramente nos daremos cuenta que el ejercicio de la homeopatía no es algo sencillo, más bien es algo complicado, porque implica no solo diagnosticar una determinada enfermedad, sino más bien identificar la esencia de la enfermedad, es decir, la causa que desencadena todo el sufrimiento, y establecer entonces un tratamiento orientado a facilitar el florecimiento de las virtudes del individuo, con la finalidad de hacerlo trascender.

Por lo anterior, no basta con ser aficionado para ejercer la homeopatía, y mucho menos un práctico de la misma. Para ejercer la homeopatía primero se debe ser médico, y posteriormente hacer un posgrado para adquirir todos los conocimientos de la Doctrina Médica Homeopática.

Recomendaciones para elegir tu médico homeópata:

1. Que tenga título de médico, expuesto en su consultorio.

2. Que tenga título de especialidad en medicina homeopática expuesto en su consultorio.

3. Que en su consulta en general aborde la esfera física, la psíquica, y la social del individuo.



4. Qué en general prescriba un solo medicamento homeopático.

5. Que no mezcle medicamentos alopáticos y homeopáticos, salvo excepciones por uso crónico de los mismos.

6. Que no utilice mezclas de medicamentos homeopáticos.

7. Que consigne siempre el nombre del medicamento empleado.

8. Que no emplee medios carentes de fundamento científico o que obren como meros paliativos (péndulo, iridología, etc.)

9. Que jamás utilice los medios de laboratorio y gabinete como fundamento de su terapeútica, sino solo como una ayuda complementaria para conocer el entorno del paciente.

10. El verdadero médico homeópata está comprometido con la vida, el respeto y admiración por la naturaleza, y entender y comprender los estados de salud y enfermedad de sus pacientes sin prejuicios, y alejado de las hipótesis sin fundamento.

Alguna vez, un Príncipe preguntó al Dr.Hahnemann sobre qué considerar para elegir a su médico familiar, a lo que el maestro contestó:

“Infórmese acerca de un hombre sobrio con sano entendimiento humano, que con esfuerzo inequívoco pondere todo lo que debe tomar y dar como verdad de acuerdo con una balanza un poco más pesada que la de la tolerancia, que sepa dar razón brevemente de todo lo que interesa a su materia, que nunca dé sin ser requerido, nunca en el lugar inadecuado, y que tampoco sea un ignorante en otras cosas importantes (a decir del conocedor) para el ser humano como ciudadano del mundo. Pero sobre todo elija usted a un hombre que nunca se encolerice ni se inflame más que por injusticias, que no dé la espalda insensiblemente a nadie más que a los aduladores, que tenga pocos amigos, pero gente buena de corazón, que deje hablar al que se queja de sus miserias y no dé una razón antes de llevar a un término la reflexión, que prescriba pocos medicamentos, por lo común individuales y crudos (es decir un solo medicamento), que se esconde hasta que se le busque, que no calle los aspectos buenos de sus colegas sin alabarse a sí mismo; un amigo del orden, de la tranquilidad, de la beneficiencia. ¡Una cosa más! Observe antes de elegirlo cómo trata a los enfermos pobres y si en casa, sin ser visto, se ocupa de algo digno.” (Escritos Médicos Menores, del Dr. Samuel Hahnemann, Traducción del Dr. Francois)