Similia Similibus Curentur es el principio rector de la Homeopatía, pues de aquí deriva su significado, que se traduce como "LOS SEMEJANTE CURESE CON LO SEMEJANTE".
Este enunciado fue primero con el término "curantur", que quiere
decir cúranse, después fue cambiado por la forma imperativa "curentur", que se traduce como cúrese.
La aplicación de lo semejante, como práctica y concepción popular es antiquísima, y se registra en todos los grupos de población llamados primitivos. Ramón Pardal refiere que los guaraníes del Paraguay para adquirir inmunización preventiva contra el tóxico de serpientes virulentas se hacían morder por serpientes de menor ponzoña. Sin embargo, su aplicación médica-científica se inicia con Hipócrates, quien dentro de su Corpus Hipocrático señala al "similia similibus" como una regla terapéutica, asegurando "que por medio del similar la enfermedad se desarrolla y por medio del empleo del similar la enfermedad es curada" Es pues otra gran aportación de Hipócrates. Otro seguidor de este antiguo principio fue Paracelso, pues siempre aplicó el principio de la Ley de los Semejantes en su terapéutica. Con su visión panvitalista aseguró que el terapeuta ordenará sus tratamientos según los modelos reales de la correlación y la semejanza entre el macrocosmos y el microcosmos. A pesar de estos antecedentes, entre otros, no se hizo de la Ley de los Semejantes algo útil para la medicina, hasta que Hahnemann la tornó aprovechable para todos y cada uno de los casos que pudo presentar, cuando descubrió que una enfermedad se cura por otra enfermedad, o que se realiza la sustitución de un proceso morboso por otro que al parecer es prevalente o mas fuerte. Comprobó que la naturaleza produce la curación de una enfermedad por otra que se establece en el mismo paciente, sólo en los casos en que hay similitud entre las dos entidades nosológicas: cuando las enfermedades son semejantes. En 1796 Hahneman en su "Ensayo acerca de un nuevo principio para indagar el poder curativo de las drogas, acompañado de una ojeada sobre los principios actuales", da a conocer tres tesis que fundamentan su Doctrina: Primera: "Todo medicamento eficaz provoca en el hombre una especie de enfermedad tanto más específica, más caracterizada y más intensa, cuanto más eficaz sea el medicamento". Está comprobado que todas las substancias que existen en la naturaleza y que reciben una preparación física-química para convertirla en medicamento, es capaz de provocar una serie de alteraciones a la salud de las personas. La intensidad de esta manifestación dependeré del grado de acción de la sustancia activa.
Segunda: "Una enfermedad puede curar a otra".
En el día a día de la humanidad nos damos cuenta como una determinada enfermedad puede curar a otra que previamente ya existía en el organismo, solo debe existir como requisito
cierto grado de similitud en ambas para que ello se de.
Tercera: "Para curar radicalmente ciertas afecciones crónicas, se debe buscar medicamentos que provoquen en el organismo humano un enfermedad similar, y lo mas
similar que sea posible".
Aquí se refiere precisamente a la ley terapéutica de la semejanza. Solo se puede curar una enfermedad natural por un medicamento que produce las alteraciones lo más similar posible en el organismo sano.
Con esto establece la relación que existe entre la enfermedad y los remedios curativos, y es justamente lo que constituye el Principio de Similitud: una enfermedad solo puede ser curada en la forma más natural con
el medicamento que experimentalmente en el hombre sano produce alteraciones o síntomas semejantes a los de esa enfermedad.
Esta ley de los semejantes, se basa en dos principios universales:
a) El principio de identidad, que nos muestra que una cosa solo es idéntica a sí misma. Cada enfermo como cada individuo se particulariza por peculiaridades y singularidades que le son absolutamente propias. Ningún
individuo es idéntico a otro, todos actuamos y pensamos de manera propia.
b) El principio de analogía, que nos muestra que la unidad del universo se deriva de las diferencias entre los términos que se igualan.
Por otra parte, estamos inmersos en un mundo de similitudes, ya que todo lo existente está en forma de series, unidos en razón de semejanzas y el conjunto de ellas constituye nuestro mundo, y el conjunto de mundos,
el universo. Cada ser humano es similar a los demás pero solo similar, nunca idéntico y tiene relaciones necesarias y forzosas de similitud y por ello constituimos la humanidad. Y existen también diversas formas de similitud
con lo que nos rodea, la encontramos en todas las manifestaciones de nuestra vida. Siendo así, ¿Porqué negar que la ley de los semejantes gobierna la relación entre las cosas, entre los seres vivos, entre los individuos?
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APLICACION CLINICA. Para seleccionar el medicamento más semejante que corresponde a un caso determinado, se recomienda seguir los siguientes pasos:
El simillimum lo será por cuanto:
a) A los síntomas.
b) A la patología del enfermo.
c) A la dosis, que en este caso representará el plano en que se realiza el sufrimiento.
d) A la vitalidad del sujeto, y
e) A la intención curativa.
Por
cuanto a los Síntomas, se refiere a la investigación y recolección de los síntomas, y que representa la parte más importante para el acto curativo. Es importante saber percibir todo lo anormal del individuo, y también relevante
es, traducirlo al lenguaje de la materia médica, cuidando que en realidad corresponda a la sensación o alteración de la función de la cual se queja el sujeto. Una vez hecho esto, conformamos el cuadro sintomático que refleja fielmente
al individuo y entonces buscamos el medicamento que produce los síntomas de manera más similar.
En cuanto a la patología del enfermo, se refiere a que los síntomas que seleccionamos para elegir el medicamento, deben representar la patología que está viviendo el paciente. Debe reflejar el momento actual existencial del
paciente, es decir el hoy del paciente.
Respecto a la dosis, se refiere a la energía necesaria de nuestro medicamento para actuar sobre el enfermo, y debe ser semejante en cuanto al plano en que se manifiesta dicha enfermedad. No será lo mismo tratar una indisposición,
que un caso crónico.
En cuanto a la vitalidad del paciente, es importante estimar el grado de la misma, con el objeto de determinar la dosis o potencia que corresponda a la enfermedad. Para una pobre vitalidad será suficiente una baja potencia.
Respecto a la intención curativa, se refiere a la percepción que debe tener el médico para determinar qué es lo digno de curar en el enfermo. Determinar que tanto se puede modificar ese estado existencial del enfermo.