“La medicina no está al alcance de los sentidos, sino del entendimiento” - Samuel Hahnemann.

Al Maestro Proceso Sánchez Ortega.

Indiscutiblemente que Hipócrates es el padre de la medicina. Como médico fue un entusiasta observador de la naturaleza, y nos legó los principios terapéuticos que en ella descubrió, así como un cuerpo ético en el quehacer médico. Uno de sus métodos terapéuticos, conocido como la Ley de los contrarios tomó gran auge con el aporte de Galeno, sin embargo la Ley de los semejantes no tuvo la misma suerte, y esto debido en gran parte a que el mismo Hipócrates no tuvo oportunidad de desarrollar completamente. Intuyó sabiamente que cuando la causa de la enfermedad era interna debería de utilizarse la ley de los semejantes, pero faltaba entender este proceso y la metodología para remediarlo.

Muchos años pasaron. Se continuaron desarrollando nuevos sistemas terapéuticos, pero todos alrededor del mismo principio de la ley de los contrarios, o de otros principios, inclusive todavía más ajenos en cuanto a la relación con los síntomas de la enfermedad, así fue como surgió la carrera microbiológica y la aparición del arsenal de antibióticos. Gracias a lo improcedente de estos sistemas, a lo aberrante de sus mecanismos de acción y a los graves daños que producían en los enfermos, el Dr. Samuel Hahnemann se atrevió a cuestionarlos, y a emprender una búsqueda más congruente con su pensar médico. Como médico alópata fue muy exitoso, sin embargo cuestionaba mucho la verdadera curación de los enfermos, los efectos nocivos de los medicamentos utilizados en su época, el proceder médico, y cómo se entendía el proceso salud-enfermedad. Bajo este acto de conciencia decidió abandonar su práctica médica, para entregarse a la búsqueda de la verdad. El innato estigma de sabiduría impreso en su ser, lo condujo a desarrollar toda una doctrina médica homeopática, que no solo completaba el trabajo que inició Hipócrates y que se quedó en el olvido, sino que legaba a la humanidad todo una concepción integral del hombre, y la manera práctica de entenderla y cómo actuar sobre ella. Creó una revolución alrededor de la práctica médica, pero nos heredó toda una metodología para su correcto entendimiento y aplicación. Otorgó a la Humanidad su única oportunidad de ser curada de los grandes sufrimientos que atan su bienestar. Salvó al gremio médico de seguir en el camino de la indolencia, de su práctica trivial y sin trascendencia.

Bajo este cuerpo doctrinario se formaron grandes médicos Homeópatas, desde sus discípulos contemporáneos como Boninghausen, Staph, Gross, Hartman, Jahr, hasta los de épocas más recientes como Kent, Hering, Varnier, Allen, Gatak, Paschero, Vignosky, Segura y Pesado, Lara De la Rosa, Eulalio Darío Flores, Higinio G.Pérez, David Flores Toledo, entre muchos más. Médicos que no solamente se conformaron con ser seguidores del maestro Hahnemann, sino que entregaron también su tiempo y alma a la grandeza de la homeopatía.

Uno de estos grandes médicos es el Dr. Proceso Sánchez Ortega, médico egresado de la Escuela Libre de Homeopatía, que siguiendo las enseñanzas del maestro Higinio G.Pérez inició su carrera académica en la misma escuela que lo formó. Fiel seguidor de los principios doctrinarios que nos dejó Hahnemann, ha dedicado su vida a la práctica médica ortodoxa, pero también a la difusión y enseñanza de la homeopatía. Fue así como en 1960 junto con el Dr.David Flores Toledo y el Dr.Ranulfo Romero Moreno fundaron Homeopatía de México, cuya finalidad principal era precisamente la difusión y enseñanza de la Homeopatía. Su espíritu de enseñanza le ha permitido formar una gran cantidad de médicos homeópatas, tanto a nivel nacional como en el extranjero, y ha contribuido enormemente a la fundación y desarrollo de otras escuelas, también tanto en México, como en el extranjero. A través de la organización de diversos Congresos ha contribuido al crecimiento de la Homeopatía.

Pareciera que esta obra ha sido suficiente y la más relevante por sus alcances. Sin embargo el maestro Proceso Sánchez ha legado algo más valioso a los médicos y a la humanidad misma.

La teoría miasmática desarrollada por el maestro Hahnemann fue el toque final a la Doctrina Médica Homeopática, sin embargo la vida no le alcanzó para completarla. Hahnemann perfectamente identificó que a pesar de otorgar un tratamiento adecuado a sus pacientes y obtener una curación evidente, poco tiempo después volvían a presentar problemas semejantes; fue así como intuyó la presencia de algo más profundo y constitucional que favorecían el regreso y persistencia de la enfermedad; algo que constituía la esencia misma de la enfermedad y que conformaba la verdadera enfermedad crónica de los pacientes. A esto fue lo que denominó los miasmas crónicos, la esencia constitucional de la enfermedad.

Así como ocurrió con la Ley de los Semejantes formulada por Hipócrates, que quedó en el olvido por mucho tiempo, así sucedió con la teoría miasmática. El aparente complejo de su comprensión y sobre todo de su aplicación en el diario proceder del médico favoreció que los mismos homeópatas no entendieran su verdadero alcance, hasta que el maestro Proceso Sánchez Ortega, que gracias a sus minuciosas observaciones clínicas, y a sus profundos estudios de los escritos del maestro Hahnemann, así como conceptos filosóficos acerca del hombre y su relación con el medio que le circunda, desarrolló la técnica para la aplicación práctica de la Teoría miasmática.

Los médicos que hemos tenido la bendición de ser formados bajo sus enseñanzas reconocemos lo valioso de su contribución a la Homeopatía, a la medicina, y a la humanidad.

El maestro Proceso sabiamente entendió la visión médico miasmática de Hahnemann; comprendió su intención terapeútica, pero también identificó la necesidad de complementarla para lograr su rescate y poder transmitirla a los médicos para su aplicación en los enfermos. Entender la teoría miasmática no es fácil, sin embargo el espíritu de enseñanza del Dr.Proceso ha facilitado su asimilación por parte de sus discípulos, y de todo aquél que ha sido formado en su Escuela.

El maestro nos ha contagiado de su pasión por la homeopatía; pasión que se traduce en el apego incondicional a los principios doctrinarios que la rigen; pasión que implica salvaguardar la ética médica de la práctica reinante; pasión que conlleva la necesidad imperiosa de contribuir a su difusión y enseñanza; pasión por aflorar el sentimiento médico puro de ayudar al hombre enfermo……. pasión por la vida.

De esta manera la teoría miasmática transciende en la humanidad; solo así el hombre puede ser liberado de la enfermedad que lo ata y lo sucumbe ante el sufrimiento; solo así el hombre puede encontrar el florecimiento de sus virtudes; solo así la medicina halla su verdadera misión como ciencia; solo así la divinidad encuentra eco a las bondades creadas para el bienestar del hombre mismo; solo así la vida cobra su verdadero sentido.

Estas enseñanzas y legado del Maestro Proceso Sánchez constituyen su apostolado. Un incansable buscador de la verdad; un incansable investigador científico; un incansable formador de nuevas generaciones; un inagotable predicador de la verdad.

Para él y por siempre, nuestro sincero respeto, nuestro profundo reconocimiento y eterno agradecimiento.