Cuando desarrollamos los principios de la Homeopatía, abordamos muchas diferencias que existen entre la homeopatía y la alopatía, en este apartado haremos una especie de resumen, para lograr mejor su comprensión.
En primer lugar hablaremos del método terapéutico, y ya vimos que mientras la homeopatía usa medicamentos que tienen una relación de similitud con los síntomas naturales de la enfermedad, en el caso de la alopatía no existe una relación o si la existe es de contrariedad.
En la práctica médica observamos que cuando una enfermedad es tratada con un medicamento alopático, lo único que se consigue es un ocultamiento de la enfermedad, lo que provoca que la enfermedad se haga más crónica, se profundice, se complique, se agregue una enfermedad medicamentosa y se vuelva más incurable. Ejemplo claro lo vemos en la hipertensión arterial; el medicamento antihipertensivo forza al organismo para que la presión se mantenga baja, pero si se suspende el medicamento, observamos que la presión no solo vuelve a estar alta, sino inclusive puede elevarse más (Responde a la ley que dice que a toda acción, corresponde una reacción). Con el paso del tiempo se requieren asociar más medicamentos para lograr el mismo efecto, luego aparecen las complicaciones y los trastornos producidos por los propios medicamentos y el resultado es un hipertenso complicado e incurable. Este ejemplo se ve repetido en la gran mayoría de las enfermedades crónicas.
Lo anterior es debido a que el medicamento alopático actúa como substituto de la función que el organismo perdió. En cambio un medicamento homeopático dado bajo un método ortodoxo, jamás actuará como substituto de la función, sino como estimulante del organismo para que recupere la función perdida. Por ejemplo si una persona sufre de estreñimiento, es porque el organismo perdió la capacidad para regular la actividad intestinal el intestino se volvió flojo por así decirlo. Lo más fácil es dar un laxante, es decir un medicamento que haga el trabajo de expulsar el contenido del intestino. Al hacer esto, el medicamento suple la función del intestino y el resultado es que tendremos un intestino más flojo todavía. Es como hacerle la tarea al hijo. La diferencia con un tratamiento homeopático es que éste actúa como estimulante sobre el organismo para que sea él quien recupere la actividad del intestino, y no el medicamento mismo. Vemos pues, como por un lado con la alopatía se suple la función, y con la homeopatía se estimula la función. Gran diferencia.
En la alopatía se trata la enfermedad, en la homeopatía se trata al enfermo. Esto significa que en la alopatía lo único que importa es la enfermedad específica que padece el individuo, llámese diabetes, hipertensión, gastritis, litiasis, colitis, ulcera, miomas, quistes, etc., sin importar quién la sufre y cómo la sufre. La enfermedad no puede verse como algo aislado del individuo, porque es como si aseguráramos que la mano es la persona, siendo que la mano es parte de la persona. Entonces, lo que le pase a la mano no puede ser la enfermedad, sino solo parte de la enfermedad. Si el individuo es una unidad, la enfermedad no puede ser algo diferente a esa unidad. La enfermedad es parte de una totalidad, y así debe ser evaluada. Esto implica que el individuo no debe fragmentase para su estudio, por el contrario, debe estudiarse integralmente, lo que implica visualizar los trastornos que afecten su cuerpo, su psiqué y su relación con los demás. En razón de estos elementos es la unidad del paciente, en razón de ello tendrá que generarse la enfermedad.
En la alopatía se concibe al hombre como un conjunto de órganos y sistemas, en la homeopatía como un ser tripartita, constituído por cuerpo, fuerza vital (alma) y espíritu. Esta concepción del hombre no es algo propio de la homeopatía, sino una percepción de los grandes pensadores de nuestra historia, desde Sócrates, Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, hasta la Escuela de Montepellier, Lepzing, Jung y Bergson, entre otros. Es un concepto de grandes filósofos y pensadores que se han adentrado al estudio del hombre y definir su esencia, lo que lo mueve y determina. Reducir la constitución del hombre a sus órganos y sistemas es reducirlo a la expresión más trivial de su existencia. La homeopatía solo le da su aplicación clínica para beneficio mismo de la humanidad.
En la alopatía siempre se busca un principio material como causa de la enfermedad, en la homeopatía la causa es dinámica. Por esta razón es que en el mundo alopático se desarrolla el estudio de los microbios como causantes de enfermedad, es el afán de demostrar la causa evidente, medible, de la enfermedad. Y con ello se genera también toda una paranoia hacia los microorganismos, tanto en el gremio médico como en la población general. Y si no se encuentra el microbio, se atañe a un mal localizado en el órgano afectado, por ejemplo un mioma (tumor de la matriz) es producto de un crecimiento anormal de una parte del músculo que compone a dicho órgano. En la homeopatía, toda verdadera enfermedad crónica es producto de un desequilibrio en la fuerza vital del organismo. Recordando que la fuerza vital es aquello que armoniza y coordina todas las funciones del organismo. Si analizamos una ulcera gástrica, primero ubicamos orgánicamente la lesión (en el estómago), pero si queremos adentrarnos más, podemos comprobar que existe un trastorno a nivel de las células que producen el ácido, que están funcionando de más (nivel tisular de la enfermedad); pero si nos adentramos más, nos damos cuenta que unos receptores encargados de desencadenar la producción de ácido clorhídrico están funcionando de más (nivel fisico-químico de la enfermedad); y si nos adentramos más lo único que podemos encontrar es un trastorno de moléculas y átomos, este es precisamente el sitio de la enfermedad, y aquí es en donde reside la fuerza vital, que no siendo material no podemos evidenciar su presencia, pero sí podemos reconocerla por sus funciones, por los fenómenos que despliega. Como en la alopatía no se puede demostrar la existencia de la fuerza vital, pues para ellos entonces no existe. Pero es una manera simple de pensar, no de razonar, porque el magnetismo existe, sin que podamos evidenciar su existencia material, porque la gravedad existe, y no la podemos evidenciar físicamente, porque la atracción y repulsión existe y tampoco las podemos evidenciar. Y la razón de todo esto es que son manifestaciones de la energía, y existen por los fenómenos que producen, más no por su presencia material. Recordemos que ya anteriormente dijimos que la energía es la que gobierna al universo, la que gobierna a nuestro sistema, a nuestro planeta y por lo tanto a nuestro organismo. Si la fuerza que gobierna está bien, habrá salud, si la fuerza que gobierna está en desequilibrio habrá enfermedad……y entonces alguien podrá pensar: ¿Qué hay entonces de las lesiones que aparecen en los diferentes órganos cuando se presenta una determinada enfermedad? Bueno, todas esas lesiones y alteraciones solo son manifestaciones, expresiones de la enfermedad, pero no la enfermedad misma. Es la forma como se expresa la alteración de lo sublime, de lo que nos gobierna.
Los medicamentos alopáticos se experimentan en animales, los homeopáticos en personas sanas. Esto es importante, porque mientras en los animales solo se evalúa el medicamento en razón de los trastornos orgánicos que se logran visualizar y medir, en la experimentación homeopática se evalúan los síntomas que expresa el experimentador en sus tres esferas, la orgánica, la mental y la social. El animal jamás expresará sus sensaciones, sus modalidades, sus manifestaciones psíquicas; en el ser humano es lo esencial. Un animal nada de semejante tiene con el ser humano, mas que son seres vivos los dos, pero en lo esencial las diferencias son infinitas, y por ello es que tiempo después se conocen los graves efectos que producen en todo el ser del organismo humano estas drogas, y es cuando se les cataloga como perjudiciales, siendo que desde su experimentación pudiera detectarse oportunamente.
8. En la alopatía se trata por igual a todas las personas que sufran “la misma enfermedad, en la homeopatía no. Si nos damos cuenta, todos los diabéticos toman lo mismo, todos los hipertensos lo mismo, los hipertiroideos, los ulcerosos, los gastríticos, los artríticos, los asmáticos, etc.etc. Como lo comentamos anteriormente, esto es debido a que en la alopatía se trata la enfermedad no a los enfermos. En la alopatía no importa cómo se viva y sufra la enfermedad, lo que importa es solo la enfermedad; no importan sus modalidades, no importa quien la padezca y cómo la padezca, el tratamiento es lo mismo. En cambio en la homeopatía lo que más se considera son las particularidades del individuo, es más importante cómo el individuo vive, sufre, peculiariza su enfermedad. Es más importante el individuo que la enfermedad. Es a lo que le llamamos la individualidad morbosa. Y esto, como ya lo vimos, parte del principio de que nadie es idéntico más que así mismo Por lo tanto, si somos únicos en este mundo, no podemos sufrir igual que los demás, implica que no puede haber enfermedades idénticas, y aún más que no se pueden dar los mismos tratamientos. Cada enfermedad tiene su propio origen en cada individuo, por tanto, cada individuo merece su propio tratamiento.
En la homeopatía ortodoxa se trata el miasma crónico, en la alopatía la enfermedad aparentemente crónica. Recordemos que los miasmas crónicos son las enfermedades caracterizadas por la deficiencia de las funciones (hipofunción), por el exceso de las funciones (hiperfunción), y por la destrucción de la función (disfunción). Si peculiarizamos la esencia funcional de las enfermedades nos daremos cuenta que todas caerán en algún tipo de estos miasmas. Entonces lo que el médico homeópata hace es determinar a través de un análisis del historial clínico qué es lo que predomina en el organismo del paciente y que es lo que le está haciendo sufrir. En la alopatía, si una persona acude con hipertensión arterial, colitis, cálculos biliares, artritis, y miomas uterinos, cada uno de estos trastornos se trata por separado porque aparentemente no tienen ninguna relación entre ellos, sin embargo, lo común a ellos es la hiperfunción. Aunque el trastorno está presente en órganos y sistemas diferentes, la esencia del trastorno es el mismo, la hiperfuncionalidad. Y el hecho de que precisamente esta hiperfunción esté presente en diferentes órganos y sistemas, nos dice que lo que caracteriza a este organismo como unidad, como un todo, es el exceso, la exuberancia, la hiperfunción. Es por ello que Hahnemann acertadamente dijo que “La enfermedad no está al alcance de los sentidos, sino del entendimiento”. Si alguna de estas manifestaciones se trata de manera aislada jamás se cura, porque la causa (que es la hiperfuncionalidad del organismo) sigue intacta, y por ello el paciente aunque tome sus antihipertensivos seguirá con su hipertensión, y aunque tome sus medicamentos para la colitis, seguirá con ella y aunque se le extirpe la vesícula biliar, su bilis seguirá con una composición inadecuada, etc.etc. Considerando la individualidad tanto del enfermo, como de la enfermedad podemos llegar a conocer el verdadero origen de la enfermedad.
En la alopatía se usa la asociación de varios medicamentos para tratar de resolver las enfermedades, en la homeopatía solo uno. Frecuentemente vemos como los pobres pacientes se convierten en farmacias ambulantes, con más de tres medicamentos tomando al mismo tiempo, pero si analizamos el contenido de cada uno de ellos, nos daremos cuenta que ya vienen con una mezcla de dos o tres compuestos todavía. Hemos tenido pacientes que están tomando hasta quince medicamentos por día. Este tipo de pacientes sufren más por los trastornos que producen los medicamentos que están tomando que por la propia enfermedad, y todo ello es porque se trata de manera aislada la enfermedad y no como un todo. Cada quien trata lo que aparentemente le corresponde. En la homeopatía solo se utiliza un solo medicamento y está orientado a modificar la hipofunción, la hiperfunción o la destrucción del organismo.
En materia preventiva, la finalidad también es muy distinta. En la alopatía está orientada a evitar la aparición de determinada enfermedad, y por ello desarrolla vacunas, elimina órganos, o la toma de determinados elementos para evitarlas. En la homeopatía, el mismo tratamiento constitucional que se implementa para el estado actual de enfermedad, servirá para evitar los futuros problemas, por que la finalidad del tratamiento homeopático es estimular al organismo a estar en equilibrio, y el equilibrio implica minimizar la posibilidad de todo tipo de trastornos. No significa que jamás se va a enfermar una persona, no, no se trata de eso, porque no es un estado de perfección, pero si lleva al organismo a un estado más cercano al de salud.
Un médico homeópata ortodoxo por iniciativa propia jamás combinará medicamentos homeopáticos y alopáticos, sin embargo al médico homeópata en la mayoría de los casos llegan pacientes multitratados y con una variedad de medicamentos alopáticos que están tomando al mismo tiempo, y que debido al uso prolongado de alguno de ellos, es riesgoso retirarlo ya que se convierten en sostén de la enfermedad crónica. En estos casos, de acuerdo al juicio del médico, el tiempo de uso del medicamento alopático, y al estado del paciente, se evaluará qué medicamentos puede seguir tomando por las razones expuestas, y cuáles solo actúan de relleno. Estos medicamentos de relleno en general no presentan problema al retirarlos, ejemplo de estos son los analgésicos, las vitaminas, el calcio (tan frecuentemente usado en la actualidad) y otros minerales, los tónicos, etc. Pero los hipoglucemiantes o los antihipertensivos, se convierten en verdaderos pilares de la enfermedad y deben retirarse con mayor cautela si es que se pueden retirar.